Llevo todo el mes queriendo escribir sobre mil y un temas que me
van ocurriendo en el día a día, pero lo siento no llego a todo. No se como será
en el resto de las familias pero
para mi septiembre suele ser un caos de mes. Inicio curso escolar; vuelta a empezar con las terapias; coordina actividades
escolares; prepara todo el material
escolar; busca el camino más rápido para salir pitada del colegio con los atascos y no llegar
tarde al logopeda; reuniones de inicio de curso; apréndete
los turnos que has hecho con las madres
de colegio para llevar y traer niños, y….¡ pon a tu hijo a estudiar! A ello le pones que septiembre termina con una bajada de temperaturas, saca ropa de
invierno, ponte a probar ropa, marca la ropa para el colegio y que no se me
olvide forrar los libros. Este listado podría seguir aumentando si sigo
pensando en mi septiembre. Pero lo más importante de todo eso, es que aunque
parezca un “corre corre”, un estrés
continuo, eso no es nada para lo que le supone septiembre a un niño con
dislexia. Por eso tengo en mente escribir post sobre preparar la tutoría, lo prometo. Pero antes de preparar la tutoría, antes de nada creo que tenemos que hacer
nosotras un ejercicio personal , unas reflexiones, para lograr auto
convencernos de que nuestros hijos
son la bomba de geniales y por cierto
además tienen dislexia. No podemos
preparar ninguna tutoría si nosotras mismas no estamos convencidas de las
capacidades y potenciales de nuestros hijos.
30 septiembre 2014
06 septiembre 2014
¡Que solo tiene dislexia!
Llevamos casi una semana de colegio. ¡Que os voy a contar que no
sepáis! Estrés de empezar el curso,
mochilas, libros, forrar más y más libros, nervios
y más nervios. Noche en blanco de pensar con quien les va a tocar, todos
los años sacan a todos los alumnos
del curso y los vuelven a mezclar. Nerviosos por si nos toca con el niñ@ que el
año pasado nos hizo el curso
insoportable y no paro de machacarnos. Nerviosos por si el amig@ que
siempre nos ayuda está en la misma letra. Yo nerviosa de pensar quien iba a ser el tutor y con pereza, mucha pereza de empezar el curso.
En nuestro caso no es empezar el curso,
es empezar el logopeda, es mantener la auotestima alta de nuestros
hijos, es ir y venir del colegio al
logopeda. Es empezar un programa de
entrenamiento duro y severo, donde nuestros hijos deben no solo de
ponerse al día como el resto de sus compañeros
o acostumbrarse al horario. No, para nuestros
hijos es un se acabo el tiempo libre entre semana, los domingos son sinónimo de
estudiar y más estudiar, los fines de semana dependen de las agendas de
deberes, para nosotros son las tardes entregadas en cuerpo y alma a
nuestros hijos y sus estudios. Aprender
a organizarse y hacer ver al profesor nuevo que no es tonto que solo tiene
dislexia. En resumidas cuentas empezar
el curso para las familias con hijos con dislexia supone un esfuerzo y una
aventura que no te la puedes imaginar a no ser que te toque. Eso sin contar
que la gran mayoría se han tenido que examinar
en septiembre de alguna asignatura, no les ha dado tiempo a desconectar, y
entran en el colegio aun habiendo recuperado con la espada de Damocles de que
tenga que repetir el curso que viene. Empezar el curso en esas
circunstancias y con esa carga o amenaza rondando la cabeza no es nada
alentador, es desmotivador, por no decir inhumano.
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