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18 noviembre 2014

Mi mochila llena


No se como estará vuestra mochila pero en mi casa llevamos algunos las mochilas saturadas. Yo en concreto tengo a una de mis hijas que su mochila va a estallar. Entre los libros que mete por miedo a que se le olvide algo, por miedo a que se le presenten más miedos en su día escolar  y los miedos que lleva dentro, es una mochila que pesa, pesa mucho. Yo por las mañanas cuando la veo colgársela a su espalada miro para otro lado, ¡me da tanta pena lo que pesa! ¡y llevar ese peso todo el día hasta las cinco de la tarde! Tantos miedos dentro de esa mochila que solo pensarlo se me pone un nudo en la garganta. 


No se como hay gente que no se da cuenta que hay “ dos mentes una que piensa y otra que siente” (B.Ibarrola).  Si me siento mal está claro que no voy a pensar con claridad, no voy a aprender y encima sufro. A todos incluidos profesores, nos gusta ver nuestros esfuerzos recompensados, y si somos niños mucho más. Todos sentimos algo, yo no se lo que sentirá la profesora de lengua de mi hija pero si que se lo que siente mi hija. Mi hija se siente la coleccionista de fracasos en lengua. Mi hija llora todas la semanas, mi hija se bloquea en sus clases, mi hija llora cada día cuando se mete en mi coche y ya nadie del colegio la puede ver. Mi hija sufre demasiado por culpa de lengua. Es curioso yo no recuerdo que jamás en mi carrera o en el master o en mi vida para valorar mis capacidades o aptitudes me preguntasen la subordinada de la subordinada, o como se escribe fonéticamente el nombre de la empresa que me entrevista. No conozco a nadie que se lo hayan pedido. Pero si que conozco a gente que les han hecho pruebas psicotécnicas, que han valorado como responde frente a ciertas situaciones o como se enfrenta a la vida. En definitiva han valorado como se siente, si se siente bien, si su salud emocional está bien. Pues la de mi hija no está bien,  está claro que no superaría las pruebas psicotécnicas, pero no por su falta de conocimiento de los fonemas, no sería por culpa de sus mil lágrimas acumuladas por culpa de sentirse mal en clase de lengua. Un examen suspendido lo admito, pero no admito comentarios y menos que se lea la nota en alto. Pero le pusieron más peso encima, el siguiente examen viene aprobado y con comentario de “ Se nota que te has esforzado”. Mi hija lloraba todavía mas, le dolía que no se diese cuenta que en el otro se había esforzado igual o más. 
Como hacerle ver a la gente que la dislexia es real aunque no se vea, que existe. Muchos piensan que en vez de dislexia  mi hija  es nerviosa, distraída, no se entera, y no es así. Es una niña que colecciona en su clase de lengua fracaso tras fracaso. Que se aburre de tanto fracasar y aun así es capaz de seguir luchando y estudiando la asignatura. Yo creo que si fuese un adulto tendría la baja laboral y no iría a clase. Pero mi hija es así de fabulosa y sigue yendo a clase, y sigue comiéndose sus uñas, pero todas las mañanas carga su mochila a su espalda y va.  Encima sonríe cuando me despido de ella. En su mochila por mucho humor que le intento meter todas las mañanas y todas las tardes, solo encuentro lagrimas y más lagrimas. Emociones negativas que paralizan su aprendizaje. Mi hija creerán que es una alumna mala, pero quizás sea que es una alumna maltratada emocionalmente, una alumna que perdió la confianza en si misma.

Espero que el curso pase rápido, que ser capaz con mucho humor y cariño mantener su entusiasmo y su sonrisa. Que su curiosidad por otras asignaturas siga en aumento, significará que sigue queriendo aprender. Que pueda disfrutar de la sensación de triunfo en otras asignaturas, con otras personas donde verdaderamente no vean solo la mente que piensa , vean un poco más allá y vean a la mente que siente. Descubrirán a una niña maravillosa, llena de empatía y con mucha creatividad. Una niña que merece la pena descubrir y enseñar, aunque a veces tenga otros tiempos y otras maneras de aprender. De paso descubrirán que es la dislexia y que mereció la pena conocerla.
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