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15 febrero 2014

Cuando en la dislexia hay que mantener un paso atrás.


Ayer lo hablaba con una amiga, una de las cosas que más me cuestan como madre de un hijo con dislexia es dejarle volar, dejarle decidir y dejarle tomar sus decisiones.
La dislexia hace que te vuelvas madre obsesionada con todo lo relacionado con los estudios de tus hijos. Cada examen, cada control, cada nota, la vivimos intensamente. Este stress lo transmitimos a nuestros hijos y no es bueno. No es bueno tanta presión, bastante tienen ellos mismos con la del colegio. Pero en mi caso es inevitable.


En paralelo cuesta mucho, o al menos a mi me cuesta una barbaridad dejarles solos en el tema estudios. Me cuesta mucho más si es mi hijo el mayor. Lo siento por él, es una carga más que llevar, tiene a su madre en la chepa todo el día. Pero como el tiempo es el tiempo, como tener seis hijos hace que por mucho que una quiera tenga que aprender a delegar y a dejarles más autónomos, aprendes a confiar más en su potencial. Ellos además quieren sentirse mayores, autónomos en sus estudios como el resto de sus compañeros. Es muy difícil soltar riendas, cuesta mucho. A mi me cuesta no por nada, por miedo, miedo a los suspensos, miedo a caernos en el curso sobre todo cuando solo faltan unos meses para llegar a la Universidad. 
Admito que hay que hacerlo, hay que tomarse una tila, apagar la luz y a dormir. Si estudias bien, si no estudias pues me comeré las uñas pero es tu vida. Si quieres gestionar así tu curso pues adelante es tu curso. Como en el fondo son niños muy buenos, con empatía y muy trabajadores, lo consiguen. El problema es saber cuando lo van a conseguir y si van a ser capaces de aguantar el tirón y no caerse del sistema. Si, yo quería controlar toda esta segunda evaluación, salidas incluidas. No quería sorpresas de última hora. Quería ir tranquila y segura. Pero como pasa siempre que se tienen hijos y  más en mi caso, la improvisación es la rutina de cada día. Así fue, cuando creí que iba a estar toda la semana pendiente de cada hora de su estudio, de si se sentaba o no, de si venía su profesor particular o no. Resultó que apenas pude estar en casa. Los días se complicaron, y el fin de semana me tuve que ir por motivos familiares de viaje a todo correr. ¡Total! Que libre y autónomo se quedo mi hijo. Yo agotada de tanta improvisación , no tenía muchas fuerzas para hacer mi seguimiento exhaustivo. Pero el me decía que tranquila, que había crecido y que lo estaba haciendo. Así ha sido, las notas han sido muy buenas, los suspensos no aparecen por ningún lado y estamos felices los dos. Yo además de feliz estoy ¡incrédula total!
Es cierto hay que controlar, hay que estar detrás, te necesitan y es esencial tu apoyo. Pero hay que saber encontrar el equilibrio, la justa medida, en función del edad y del niño. Eso es tan difícil en el caso de estos niños con dislexia. No siempre sabes acertar en la dosis de libertad. Además no puedes aplicarles la misma que le resto de sus amigos, el tuyo tiene unas dificultades añadidas que no se pueden negar.
Para mi ha sido una lección esta segunda evaluación. Quizás sea que me queda poco para que vuele. Quizás sea que yo que me creía saber mucho de dislexia, y me quedaba mucho más que aprender. Esta ha sido una lección buena y muy beneficiosa para la relación entre madre e hijo. Ahora mismo hoy él es feliz. Se ve ganador. ¡Por fin! Después de toda una vida batalleando, ve que la  Universidad  es cuestión de una evaluación más. De solo un examen de lengua más. De un empujón y se acabó. Se acabó la etapa peor de su vida, el colegio. Se acabó y todo va a ir para mejor cuando deje el colegio. Todo el mundo que tiene dislexia lo dice, por lo que quiero creer que es cierto.

Hay que dar un paso atrás. Mantener la objetiva medida con las notas y los suspensos. Dejar de obsesionarnos. La vida es mucho más que unas notas o unos exámenes. La vida es mi hijo como persona, es que sea un buen hombre, es que sepa que hay más cosas que aprender fuera del aula . Bastante presión ha tenido en su infancia, en su etapa escolar, creo que aunque me sienta triste pues en parte estos niños tienen una infancia distinta, con mucho más esfuerzo, con muchas lágrimas y muchos fracasos, podemos hablar incluso de infancia en parte robada.  Pero todo tiene un fin, incluso el colegio. Hoy me siento contenta, no solo por las notas, me siento contenta por la lección que me ha enseñado mi hijo. ¡Gracias!
[tags] dislexia, esfuerzo, adolescencia, autonomía[/tags]

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