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14 marzo 2013

La dislexia es ... como una montaña rusa.


  No se si alguna vez habéis sentido esa sensación. Yo la he tenido multitud de veces con mis hijos. El rendimiento escolar de los niños disléxicos es como una montaña rusa, un sube, sube y un baja, baja y por supuesto no falta la sensación de vértigo, de no saber si llegará arriba o si será capaz de aguantar la caída. Además suele ser un baja, baja y luego un sube, sube. No nos olvidemos que son disléxicos y empiezan todo de forma distinta. Con lo cual la montaña rusa es más espectacular, te desorienta más y te da más sensación de no saber donde te encuentras.

  El otro día vi un vídeo en you tube sobre la dislexia. Era una psicóloga irlandesa decía que a estos niños les cuesta mucho aprender las cosas fáciles y que en cambio les cuesta menos aprender las cosas más difíciles. ¡Es cierto! Es increíble, os podría poner infinidad de ejemplos del día a día de mis hijos. El otro día una de mis hijas, María la cuarta, tuvo un examen de matemáticas. Multiplicaciones y divisiones de decimales. Lo estudiamos en casa, lo preparamos bien, hicimos infinidad de ejercicios. Le puse todas las preguntas que le podían preguntar, de las distintas formas que le podían poner los enunciados de los ejercicios y nos fuimos al examen. Además de ser disléxica es una niña muy nerviosa, muy, muy dispersa y la concentración le cuesta muchísimo. No es muy segura en si misma, y la autoestima la tiene un poco escasa. Pero es muy buena persona, capaz de ayudar a quien sea, y con una empatía por el prójimo, con una sensibilidad , que hacen que sea alguien muy especial. El caso, es que el lunes vino con su nota a casa. Venía entusiasmada, además de haber sacado una buena nota, al parecer la profesora le dijo que fue la única en hacer bien un ejercicio. Como os lo digo, hacen de una manera sencilla lo difícil y en cambio en lo básico se atascan de una manera, que llegan a parecer hasta torpes. Estos días así estas arriba de la montaña rusa. La noche antes del examen estábamos que no sabíamos si llegábamos y... lo logró. Eso si, puede que la semana que viene le pongan un examen de cálculo, muy básico de tablas de multiplicar y no lleguemos ni siquiera a aprobar. 

  Mis hijos son en cuanto a su rendimiento escolar una montaña rusa, pero si comparamos la evolución desde septiembre cuando empezó el curso hasta ahora, la evolución siempre muestra una progresividad, una evolución hacia arriba. Esa progresión es la que tienen que ver su profesores, la que hay que evaluar y calificar. Hay que pararse de vez en cuando, pues en esos "baja y sube", pierdes la perspectiva, la evolución y crees que jamas van a ser capaces de llegar. Pero si que llegan, son capaces. Son capaces de dejar a lo largo del curso a sus profesores con la boca abierta, pues no se esperaban ese rendimiento de ellos. 

08 marzo 2013

¿Disculpe, sabe usted lo que es la dislexia?


Esta es la pregunta que nunca he hecho a ningún profesor de mis hijos y que creo que debería de hacer. Es un gran error por mi parte no haberla hecho. Nada más llegar y hablar por primera vez con un profesor, no se vosotros, pero yo en el primer minuto de la conversación, lo primero que les cuento es que mi hijo o hija es disléxico. Es más creo que si hubiese un record de quien es la primera madre que pide tutoría en el colegio, creo que yo lo tengo casi todos los años. Empieza el curso y a las dos semanas ya estoy haciendo tutoría para informar que mi hijo es disléxico.

Una cosa es contarles que es disléxico y otra es que ellos sepan verdaderamente lo que abarca el término dislexia. Creo que a partir del siguiente curso deberé tener un protocolo a seguir en la tutoría de cada uno de mis hijos: primero presentarme como la madre de tal o cual hijo; segundo informarles que es disléxico y tercero preguntarles que entienden ellos por dislexia. Parece algo obvio, que todo profesor, educador y docente debería de saber. Pues no tienen ni idea, tienen la misma poca idea que tenía yo el día que diagnosticaron a mi hijo el mayor, es decir, nada de nada. Lo más que alcanzan a saber es que tiene problemas de ortografía, pero ya está. Como mucho que la dislexia conlleva problemas de espacialidad, pero ya está.

04 marzo 2013

Cuando la dislexia se esconde.



  Como ya es de sobra sabido no hay dos disléxicos iguales, cada uno es genuino en su forma. Incluso cuando se trata de hermanos del mismo padre y de la misma madre, que van al mismo colegio, que reciben una educación aparentemente igual y que se llevan muy poco tiempo entre ellos. A lo largo de este blog os he ido contando mis experiencias con la dislexia, sobre todo centrándome en mi hijo el mayor, Fernando, que tiene un grado bastante severo de dislexia y es con quien descubrí este mundo. Más tarde diagnosticaron a mi tercer hijo Pelayo, era un caso distinto pero muy de manual, presentaba una sintomatología muy típica de la dislexia. Entre medio de ellos dos está mi hija Ana. En ella nunca mejor dicho la dislexia se escondió, se camufló y tardamos en verlo. Aun hoy en día con claros síntomas de dislexia, con un certificado del pedagogo acreditando la dislexia, debemos de ir no solo diciendo, sino convenciendo a todos sus profesores que es disléxica. Su dislexia está latente, pero muy bien camuflada.

  Ana, al contrario que sus hermanos, desde muy pequeña hablo sin dificultad. Pronunciaba bien y es más con tres años rompió a hablar en su segundo idioma de una forma espectacular. Desde pequeña fue capaz de pasar de un idioma a otro, del español al francés sin ningún problema. Su estructura del discurso era buena, su vocabulario también. En el colegio aprendió a leer sin dificultad como el resto de su clase y aparentemente no tenía problemas. Pero como todo lo que se esconde tarde o temprano se encuentra, así paso con su dislexia. En segundo de primaria, empezó a tener problemas con las figuras simétricas. Era una cosa que a primera vista parecía sencillo, pero a ella se le hacia un mundo. No había manera de verlo. Lo que pintaba no tenía nada que ver. Estaba claro que su espacialidad no iba en el camino correcto. Pero bueno, hay quien tiene dificultades con la simetría y no por ello es disléxico. El segundo aviso vino en un examen de matemáticas. No era capaz de hacer los problemas de matemáticas. No comprendía que se le pedía. Cuando le explicábamos el enunciado en un minuto lo resolvía, pero era incapaz de hacerlo sola. La segunda dificultad venía en redactar una frase donde dijese que le quedaban tres manzanas o lo que fuese la solución del problema. Además en los exámenes, bajo presión escribía infinidad de números en espejo, al revés. La profesora me llamó, viendo sus exámenes se veía un claro desnivel o desajuste en sus capacidades. Lo peor en Ana es que ella sufría, no le gustaba hacer mal las cosas. Es muy responsable. Así pues una vez más, concertamos cita con el logopeda y que la evaluase. Efectivamente era disléxica, necesitaba terapia.  Y vuelta a empezar, íbamos ya por el tercer hijo disléxico en nuestra casa.