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12 junio 2013

Todo disléxico tiene su historia.




  El sábado tuve la suerte de asistir a un encuentro de madres blogueras que organizaba madresfera de la revista Yo Dona. Parece todo extraño, pero para las novatas como yo en el mundo del blog, de las nuevas tecnologías, etc. os diré que es un mundo inmenso, lleno de madres con distintas inquietudes, pero fascinante. Cuando les preguntaban a todas las madres blogueras el como empezó todo, que les movió no solo a escribir, si piensan seguir con ello... Todas transmitían el mismo mensaje. Escribí, pues estaba desesperada ante tal o cual problema que tenía y por supuesto que seguiré escribiendo, me encanta compartir y que la gente comparta conmigo. Algo tan sencillo es lo que me pasa a mi. Empecé hace pocos meses a compartir mis experiencias con la dislexia, mis inquietudes, sentimientos y agobios. He visto que somos muchos y que todos tenemos algo que compartir y contar.

  Todos tenemos una historia, seamos o no disléxicos. Toda historia tiene muchas historias, más si eres disléxico. Cuando contamos nuestra historia tenemos varias opciones al contarla, yo personalmente en función de mi estado de ánimo la minimizo, la saco del contexto o le doy un toque de humor. Las historias también cambian con el paso del tiempo, hacen que no cambien los hechos, pero si que las veamos de otra forma, con otro espíritu. Pero todos tenemos una historia que compartir, en mi caso es la dislexia. 

  En estos meses he podido ver como todos los que escribís contáis vuestra historia. Podríamos decir las distintas historias que hacen conocer las distintas caras de la dislexia. Caras distintas, pero mismos sentimientos, mismas sensaciones y mismas imágenes que nos vienen a la cabeza cuando leemos otra historia que no es la nuestra. Al final veo que gracias al blog y a contar mi historia todos conectamos entre nosotros mediante nuestras historias hacemos un nexo de unión. La causa es muy sencilla todos compartimos los mismos sentimientos en las distintas historias: la dislexia.

  Cada historia nuestra es a su vez un montón de historias. Yo misma tengo seis historias que son mis seis hijos y cada una tiene multitud de versiones. En cada una encuentro los mismos elementos y sentimientos. Cada historia tiene algo de negativo, algo de oscuro, fantasmas que me acechan, miedos e incertidumbre. Luego según vuelvo a contar la historia, haciendo una nueva versión de ella, aparece mi optimismo, aparece mi alegría y un toque de humor para no dramatizar. Todo ello hace que poco a poco mis distintas y múltiples historias se conviertan en lo que es mi historia, mi vida con la dislexia.Claro está mezclada con mis historias de madre, de madre de niños pequeños, de niños no tan pequeños y de adolescentes.Tengo que añadir mis historias personales, mi falta de tiempo, mis sueños,mis inquietudes y un largo etcétera. Esas mismas historias en cada uno de mis hijos se convierten en su historia que es su vida. Por eso lucho y me peleo hasta fin de curso para darles a sus historias y a la mía propia un toque de humor, un sentido y una visión positiva. Aunque eso suponga convencer al consejo escolar de que mi hijo puede hacer Alemán. No solo por tener la media en sus notas, no solo por que tiene el mismo derecho que el resto de sus compañeros, o por estar igual de capacitado. Simplemente por que el quiere hacerlo, y si quiere puede, con más o menos esfuerzo, pero puede.¿Quienes son los profesores para limitar a mi hijo por su dislexia? La dislexia en si no es una limitación, es simplemente una forma distinta de aprender o de pensar¿ Pero por ser disléxico no voy a poder hablar idiomas, no voy a poder acceder a las mismas carreras, conocimientos u oportunidades que el resto de mis compañeros?Por eso creo que nosotros debemos de hacer lo imposible para que la versión de nuestra historia sea buena y positiva. Los estereotipos, como el que un disléxico no puede hablar idiomas, son historias incompletas, nosotros tenemos que quitarlo para hacer que nuestra historia sea la única y verdadera historia. Por eso hoy me he bajado del coche, he entrado en el colegio de mis hijos, he hablado con la persona que se encarga del alemán de mi hijo y he quitado un estereotipo de la dislexia: mi hijo hace alemán. Va a por su tercer idioma sin incluir la lengua materna. Los múltiples estereotipos sobre la dislexia hacen que cuando nos los etiqueten nos quiten algo de la dignidad de nuestros hijos, y si alguien le quita algo a un hijo mío siento como si me lo quitasen a mi. Esa gente , que la mayoría de las veces te estereotipa por ignorancia, hace que te vea a ti disléxico como alguien diferente y no como alguien similar. Por eso igual que cada niño importa, también importa cada historia suya. Las historias de nuestros adorables hijos disléxicos tienen que servir para humanizar y reparar la dignidad de los demás niños que están pasando por lo mismo. Yo estoy segura que el año que viene cuando le digan a un niño disléxico que no debe de hacer alemán por su dislexia, se lo pensarán. Se acordaran de mi historia, de como entró una madre a primera hora en el colegio para convencer de que su hijo era capaz. 

  La otra parte de la historia os la cuento a vosotros pues no me pareció oportuno infundir lástima en el colegio. Mi objetivo era que lo cogiesen por su capacidad no por pena. Lo cierto es que ayer mi hijo que por cierto tiene unos ojos enormes y muy expresivos, lloró. Es un niño que no suele llorar, es muy duro, pero se derrumbó, lloró de pena, lloró de daño y de impotencia. Se sintió apartado y marginado. No entendía nada. No entendía nada, pues el no se ve distinto del resto se ve similar, y los profesores lo habían tratado como alguien distinto al resto. Para poder darle unos toques más optimistas a la historia, su hermana mayor y yo nos reímos. Le contamos mil anécdotas y sacamos humor de donde no había. Nos costó, pero lo conseguimos mi hijo sonrió. Su padre llegó por la noche y una historia nueva, un minimizar el problema y otra vez vuelta a reírnos todos .Todo acabó con un : ¿que sabrán tus profesores de la dislexia? ¿acaso son ellos disléxicos?.

  Por eso decir que nunca hay una única historia, que cada historia tiene muchas versiones y que cada niño tiene múltiples historias que contar de su dislexia. Nunca hay una historia única de cada caso, ni de nadie, tenemos que hacer que nuestras historias las entiendan y las vean en nuestros colegios.

P.D : Gracias por vuestra confianza y por compartir tantas historias conmigo.


[tags] dislexia, disléxico, madre, inconvenientes, empatía, dificultades, sentido,humor, conocimiento, estereotipo  [/tags]


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